"No sé si soy clásico o romántico, dejar quisiera mi verso como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera". Antonio Machado

27 mayo 2006

Tal y cómo soy

Octidi, 8 de Prairial de 212

Me miro, me hielo, me desvelo entre pensamientos mundanos, pasajeros, definitivos, celestiales. Pego la oreja al sentir ajeno y, por qué no, comparo, me comparo, los comparo, comparar es medir: ¿cantidad? ¿calidad? ¿dónde está la frontera y su aduana?

Pero en el fondo más superficial, en la trastienda de su trasfondo, me trastoca pensar que no los mido a ellos; me disloca sentirme fin último y propio de mi curiosidad...


Y es que no alcanzo a encontrarme tal y cómo soy, me busco y cuando acierto a mirarme a los ojos ya soy otro distinto. Porque me comparo y rápidamente me reafirmo y me censuro en lo que me gusto o en lo que me gusta.

Ni siquiera sé, si en estas páginas puedo llegar a mostrarme tal y cómo soy, o si logras ver entre mis textos el color de mis ojos, los pliegues de mi frente, los surcos de mi sonrisa. Si al menos te sirvieran para compararte, para alejarte de mis excesos, para bendecir mis equilibrios o tener la llave de mis accesos.

Si al menos encuentras un espejo, con más o menos aumentos, con el que puedas medir estos rincones poco transitados, pero que tanto necesitamos los algunos: cumpliré la simbiosis que os debo, porque me resulta más fácil sentirme en vosotros tal y cómo soy, que en mí mismo.

SALUD

23 mayo 2006

Una huella en el destino

Quartidi, 4 de Prairial de 212

La semana pasada viví una jornada de trabajo en campo realmente dura. La he incluido automáticamente entre las que Yo denomino "antológicas": media docena de días dispersos en mis años de actividad laboral caracterizados por la dureza de las condiciones meteorológicas, orográficas, de trabajo...

Cuesta olvidar la mezcla de sensaciones que supone compaginar la gestión de las crisis (trabajo intelectual) con el trabajo duro de desplazarte penosamente y cargado de peso bajo calor extremo, frío, nieve o lluvia ininterrumpida.

Bien conocido por los amantes de la historia bélica, "El General Invierno" ha defendido Rusia en sus momentos más flacos. Pero acaso no mencionar al "General Verano": la Batalla de Bailén fue la primera que perdieron las tropas napoleónicas: a 42ºC, con 20 kilos de material adicional, casacas diseñadas en climas fríos, lejanía de la familia los amigos... ¿Cuánto hay de mera estrategía y cuánto no?

Recuerdo una semana haciendo geofísica eléctrica en Écija, mes de agosto, cargando rollos de cable de 15 kilos y con un compañero gallego que no protestaba porque no le quedaba hálito ni para eso. Y es que a veces hay otros que están peor que tú, y eso te da alas, responsabilidad. Claro que "El Gallego" bajo la lluvia era un fiera.

El martes de la semana pasada añadimos un pequeño aliciente... Nos metimos, una compañera y Yo, en una laguna salada en medio de la campiña sevillana (límite climático entre el cultivo y el desierto) para coger testigos de lodo: los pies hundidos en el barro, la sal redepositada en la cara, la carga de unos 100 kg (dábamos 5 viajes en cada desplazamiento), y el termómetro alcanzó por primera vez este año los 39,5º (en termómetro oficial). De 9 a.m a 9 p.m. allí clavados, hasta los flamencos se reían. Con unos 5 cm de agua que debieron rozar los 35ºC a medio día: un vergel...



Para los de muy al Norte no será fácil recrear la situación.

Por suerte cae la tarde y le entran a uno ganas de contar la historia. Por suerte viene la historia y nos permite elucubrar nuestra Vida, Muerte y Futuro...

...Así que empecé a pensar en las miles de huellas que habíamos dejado en el fango fresco de la laguna casi seca, en que el verano y el viento traerán una capa de polvo seco que cubrirá nuestras huellas, nuestro esfuerzo, y que nadie sabe si quedarán en condiciones apropiadas para ser conservadas años, muchos años. Me da por pensar en las huellas de una familia del Paleolítico que se paseó hace unos miles de años sobre unos sedimentos (creo que en el Norte de España), un niño y sus padres que se acercaban a beber a un río. O una traza de icnofósiles (así se llaman) del cretácico, donde dos dinosaurios carnívoros atacan a un herbívoro de mayor porte...

¿Qué historia contarán de nosotros si algún día les da por musearnos? ¿Sacarán de mis huellas el corte que me hice en el dedo, el espolón que vengo desarrollando? ¿Qué pensarán de que en la época de la aeronáutica, la informática y la aerofagia política, nos moviéramos con un carro de ruedas de tracción animal, muy animal? ¿?

No me creo nada de lo que les he contado, pero me sirve de entorno de reflexión, EXISTENCIALISMO.

Qué somos en el tiempo: navegantes de única singladura. Quién hablará de nosotros cuando hayamos muerto. Quién va a sonreir para y por nosotros esta primavera que apunta, ya, maneras de verano.

SALUD.

14 mayo 2006

Unas merecidas vacaciones

Quintidi, 25 de floreal de 212.

Hacía más de un mes que no tenía tiempo material ni espiritual para escribir. Por suerte he podido leer algunas cosillas.

La causa ha sido el nacimiento de mi segundo hijo. Que viene a sumarse al batiburrillo de cosas que ya me enredaban previamente: mi hija mayor, el trabajo, mujer, casa, etc.

Así que en primer lugar me felicito de haber pasado una primera fase de infarto, y en segundo lugar os invito a nuevas reflexiones o enriquismos, que puedan surgir entre las horas ocupadas y los ratos de mirar al infinito.

SALUD

13 mayo 2006

Entre las calles vacías

Quartidi, 24 de floreal de 212.

Uno de mis momentos favoritos, donde serenidad, alegría, interiorismo y filantropía, cobran vida al mismo tiempo, se produce mientras paseo por las calles vacías de la ciudad.

Siempre me gustó Sevilla::: pero aprovechar los tiempos muertos que me brindan mis vecinos para contemplarla sin más, sin ellos, es una de mis grandes pasiones, y una válvula de escape de lo que me supone vivir en la vorágine.

Un sencillo paseo en una madrugada entre semana, firteando con las suaves temperaturas que aplacan los inviernos del clima Mediterráneo. Mientras la inmensa mayoría desconecta de su vida con algún "programa de culto", de cuyo nombre no alcanzo siquiera a conocer; cuando los más plácidos ya duermen con, o contra, su conciencia, a pierna suelta o con pijama y orinal; cuando los menos cansados hacen al amor, recuperando aquel polvo atrasado de ese sábado con dos copas de más y hadas.

Paseo ajeno a todos ellos y mientras respiro concibo los dones y los panes que guardan las esquinas de un entorno milenario.

Nunca sé si en las tardes de verano a la hora en punto de la siesta, cuando el calor se esparce entre las sábanas y la calor destierra a los turístas a sus hoteles, contentos después de haberse hecho una fotografía ante un termómetro a 50 grados, me descalzo para caminar despacio, casi inmóvil, hacía Yo, o tal vez, desde mí. Me detendré a analizarlo.

Aunque mis paseos favoritos, quizá por su escasez en este benigno clima, son las mañanas de sábado o domingo, cuando la lluvia ha derrotado a los noctámbulo más empecinados. Cuando la luz ocupa el espacio más bello, y despacio, sus cambios transforman lo mojado en espejos, y los reflejos en poesía.

Quizá sean estas calles en silencio, el mejor ejemplo de la Sevilla que siempre me gustó. Una ciudad donde la única mesura de tiempo son mis pasos calmos, una ciudad que no todos mis vecinos conocen y a la que no quiero renunciar, porque al fin y al cabo me vuelve a confirmar que vivo entre las calles vacías.

SALUD